Con esta llega, además del bebé, toda una
serie de cambios físicos y emocionales.
Algunos de ellos implican transformaciones con
la intención de que, poco a poco y con esfuerzo, todo vuelva a ser igual o
mejor de lo que era antes de quedar embarazada.
La alimentación de la madre después del parto
es uno de tantos factores que podemos utilizar en nuestro beneficio para no
condenarnos a vivir una recuperación demasiado tormentosa o expuesta a la
famosa, pero no deseable, depresión postparto.
Esta se suele convertir casi en una barrera
para construir los primeros lazos de afecto con el recién nacido.
Para alimentarse después del parto, deben ser
elegidos con gran responsabilidad planes alimenticios y, de ser posible, discutirlos
con asesoría experta puesto que el cuerpo se encuentra cansado y algo débil.
Esto nos trae como resultado la necesidad de
una especie de reeducación alimentaria, con la cual, tanto la madre como el
bebé, podrán contar con resultados saludables sin que esto se convierta en un
proceso demasiado traumático.
Lo cierto es que el afán de la mujer por perder
peso después del embarazo las lleva a optar por dietas con demasiadas restricciones
que no siempre salen bien.
Lo más recomendable para estos casos es evitar
los fritos, aumentar la ingesta de productos integrales y con fibra, reducir la
sal y olvidarse por completo de comidas precocinadas.
Esto es especialmente importante teniendo en
cuenta que estas son las comidas principales que se preparan en las fiestas
infantiles que sirven para celebrar la llegada del recién nacido.
Puedes distribuir tus alimentos en unas 5
porciones a tomar a lo largo del día, con lo que evitarás ayunos y posteriores
ataques de hambre que arruinarán el proceso.
Podrás complementar tu nutrición saludable con
un plan de ejercicio acorde a tus capacidades, para que la posible quema de
calorías ocurra sin afectar de ninguna manera a tu estado físico.
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