Cómo prevenir la Mala Conducta en Nuestros Hijos


El castigo es el medio que utiliza el adulto para detener las malas actitudes, pero más importante que castigar es prevenir la mala conducta enseñándole desde pequeños a sentir y a desear profundamente lo que es bueno. 



Nos ocuparemos en especial de las formas negativas de corregir al niño algunas de las cuales se emplean muy mal generalmente:
Reconvenirlo. Consiste en llamarle seriamente la atención cuando su conducta no es conveniente, y hacerle ver que no se tolerará una segunda ofensa.
Negarle un privilegio, es una buena manera de hacerle comprender que no lo merece cuando se porta mal. Ejemplo: la madre no lo llevará a dar una vuelta por el parque si no quiere vestirse solo. Es muy necesario saber diferenciar entre un privilegio y un derecho. 
Por ejemplo algunas madres privan del postre a sus hijos cuando se portan mal. Esto es un error, porque el postre es necesario en la dieta de la criatura. No así el caso en que se les priva del postre mientras no terminen su comida. Es un derecho del niño alimentarse bien, no constituye un privilegio, como el caso de un paseo.
Aislarlo. Es otra forma pedagógica de corregir, y debe usarse de la siguiente manera: Por ejemplo, un niño molesta a otro en un grupo, entonces le decimos con voz muy tranquila y natural: “Toma tus juguetes y anda a jugar solo a otro lugar porque no sabes cooperar con los demás”. 
Nótese el uso que se hace de la palabra “cooperar”, clave de la técnica de la educación social. Por otra parte, al niño siempre se le dirá: “¿quieres ayudar?” y no “te voy a ayudar”, esto último lo debilita, mientras pedirle su ayuda lo fortifica, le da confianza en sí mismo.
Ignorarlo. Consiste en no darle importancia y es una práctica conveniente cuando trata de llamar la atención. 
Castigo físico: Debe usarse muy poco; pero en algunos casos es necesario hacerlo con los pequeños que no atienden razones.
Las formas de castigo que no deben emplearse jamás son las siguientes:
Amenazarlo: La amenaza es una promesa de castiga que trae dos resultados: o el niño actúa por miedo o bien se acostumbra a que lo amenacen y termina por no obedecer porque sabe que sus padres solamente amenazan y no lo castigarán. La amenaza sólo prueba una casa: debilidad de carácter. El niño ha de saber desde temprana, edad que debe sufrir las consecuencias de sus actos.
Regañarlo: Los regaños de la madre apartan al niño del problema. Es ella quien toma el problema en sus manos y expresa su sentir sobre el asunto no dejando expresarse al pequeño. 
Debería ser lo contrario, darle oportunidad para demostrarnos cómo siente y piensa y ayudarle luego a vencer sus dificultades. Por otra parte, cuando la madre es regañona, los hijos toman antipatía a su voz, y, a veces, este sentimiento perdura cuando son adultos.
Ridiculizarlo para que obedezca es apocarlo y desalentarlo. Muchas veces esta actitud del adulto ha formado complejos de inferioridad en los menores, especialmente cuando se trata de temperamentos emotivos.
Compararlo con otros niños es igualmente perjudicial y no tiene razón de ser, porque en cada niño hay un desarrollo diferente, conforme explicaremos más adelante.
Sobornarlo: Aunque el nombre extraña, eso es en realidad lo que hacen los padres cuando prometen algo que gusta al niño con el fin de que obre bien. 
LOS PREMIOS.
En general fallamos al no dar al niño los valores que él realmente necesita para desarrollarse normalmente: él quiere nuestro amor, aprecio y reconocimiento por cuanto hace. 
Cuando ejecuta algo bueno, brindarle aprecio es una verdadera recompensa: "Gracias hijito, por haberte portado bien esta tarde, he podido hacer mis cosas en poco tiempo, me has ayudado mucho”. Este es el mejor premio que se pueda dar al niño. 

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